El título de este primer post, y por extensión el de este blog, es una frase con la que llevo conviviendo desde hace ya muchos años, cuando una campaña de Johnnie Walker utilizaba frases célebres para ilustrar el espíritu de «Keep walking».

La cita se atribuye a Aníbal, en la Segunda Guerra Púnica, justo al tomar la decisión de atravesar los Pirineos y los Alpes con todo su ejército que incluía 38.000 soldados, 8.000 caballos y 37 elefantes de guerra. Aníbal juró a su padre que «… en cuanto la edad me lo permita […] emplearé el fuego y el hierro para romper el destino de Roma» y trazó un plan para llevar la guerra al corazón del imperio romano. Partiendo de la actual Cartagena cruzó el Ebro, atravesó los Pirineos, el sur de la Galia y finalmente los Alpes hasta llegar a contemplar el valle del Po. A lo largo del camino fue reclutando pueblos y causas perdidas que compartían su enemistad con Roma, añadiéndolos a su campaña en un extraordinario esfuerzo de cooperación entre diferentes culturas y lenguajes. Lástima que todo ello fuese para librar una guerra.

En su contexto original la frase tenía un significado tremendamente literal, y sin embargo al leerla ahora, 2.200 años después,  se convierte en una de los mejores lemas que he oído para dirigir cualquier empresa, cualquier vida… Solamente le falta un elemento para que la frase cobre un sentido absoluto y es la existencia de una «Roma», un objetivo claro y perfectamente definido, una misión.

Pero la frase no habla del objetivo; ni siquiera de conseguirlo. Habla de la determinación por conseguirlo, ese «Sigue caminando».

Ese es el mantra o la fuerza que debe guiar el camino hacia cualquier objetivo, sin importar si es diario, anual o vital. Sin saber si está lejos o a la vuelta de la esquina. Simplemente hay que tener la certeza de que podrás mirar hacia delante y ver la dirección que se ha de seguir para lograr llegar.

Estas páginas, no tienen otra función que la de colaborar con mi camino, recopilando pensamientos, reflexiones y experiencias que están alineados con todos mis objetivos a un mayor nivel, con mi «Roma», sin importar si algún día lo puedo alcanzar.

Porque a pesar de que Aníbal no consiguió derrotar a su enemigo, su viaje y su camino son hazañas que perduran en la historia y siguen siendo recordadas.  Y es que al final, parece que eso es lo que importa, hacer del viaje algo digno de recordar y disfrutar con cada letra, cada paso, cada montaña, cada batalla y cada victoria.

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